lunes, 6 de diciembre de 2010

Las jaulas para moscas

Esa mañana la niebla es más espesa que nunca. Lleva días sin llover pero todo huele a agua temblona, a punto de precipitarse. Es difícil, también más que nunca, ver las moscas. "Cazarlas" se dice el cazador.
A veces, para matar el hambre (y el tiempo), se pone a vacíar los cocos.
Los usa como jaulas. Los vacía (están llenos de madera roja y musgo blancoazulado) por un agujero en la corteza dura. Luego los lleva uno a uno hasta la playa y los hunde en la arena para que el agua no pueda llevárselos mientras regresa a por el siguiente. Puede tardar un día, incluso más, nunca ha llevado la cuenta.
Cuando los tiene todos en línea (paralela a la costa), semienterrados en la arena de la playa, los ata todos juntos con una liana. Tira y los acerca a la orilla. No tiene más que sentarse a esperar (no debe ser impaciente, el cazador de moscas lo sabe) mientras el agua arrastra los cocos, los sumerje como botellas de náugrago y poco a poco, los va volviendo transparentes.
Luego los usa como jaulas.
Para las moscas.
Aunque hoy, esa mañana, la niebla es más espesa que nunca.
Es por eso que también es más difícil que nunca ver las moscas.
Ni siquiera se ven los cocos transparentes del suelo.
Las jaulas para las moscas.
El cazador sabe que están vacías

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