viernes, 24 de diciembre de 2010

Una sola silla de tres patas.

Una silla de tres patas es lo que, podría decirse así, el cazador más desea en el mundo.
Sólo eso, una silla de tres patas.
—Sólo serviría con tres patas —piensa en voz alta.
Ahora siempre piensa en voz alta. Eso asusta a las moscas. Un poco sólo. Lo suficiente para que dejen de zumbar unos segundos. Además le gusta escuchar su propia voz entre las enormes hojas de los cocoteros.
Antes de llegar a la isla, recuerda, solía quedarse a mirar las sillas vacías que quedaban en el parque después de terminar el teatro. Todas en fila, ordenadas, rectas, vacías. Las piensa en su isla, en la playa, con las patas hundidas en la arena todas iguales, ordenadas y vacías; pero luego mueve la cabeza, dubitativo.
Una silla de tres patas, podría decise así, es lo que más desea en el mundo. Aquí no hay filas, ni sillas iguales vacías y rectas, unas a lado de las otras.
No.
No las hay.
Cuando piensa su silla, el cazador la ve allí sola, con las tres patas hundidas en la arena y nada más.
Una sola silla de tres patas.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Las jaulas para moscas

Esa mañana la niebla es más espesa que nunca. Lleva días sin llover pero todo huele a agua temblona, a punto de precipitarse. Es difícil, también más que nunca, ver las moscas. "Cazarlas" se dice el cazador.
A veces, para matar el hambre (y el tiempo), se pone a vacíar los cocos.
Los usa como jaulas. Los vacía (están llenos de madera roja y musgo blancoazulado) por un agujero en la corteza dura. Luego los lleva uno a uno hasta la playa y los hunde en la arena para que el agua no pueda llevárselos mientras regresa a por el siguiente. Puede tardar un día, incluso más, nunca ha llevado la cuenta.
Cuando los tiene todos en línea (paralela a la costa), semienterrados en la arena de la playa, los ata todos juntos con una liana. Tira y los acerca a la orilla. No tiene más que sentarse a esperar (no debe ser impaciente, el cazador de moscas lo sabe) mientras el agua arrastra los cocos, los sumerje como botellas de náugrago y poco a poco, los va volviendo transparentes.
Luego los usa como jaulas.
Para las moscas.
Aunque hoy, esa mañana, la niebla es más espesa que nunca.
Es por eso que también es más difícil que nunca ver las moscas.
Ni siquiera se ven los cocos transparentes del suelo.
Las jaulas para las moscas.
El cazador sabe que están vacías