sábado, 4 de junio de 2011

El agujero

Con sorpresa, esa mañana despejada, el cazador ha encontrado un agujero en el suelo.
—¡Un agujero en el suelo! —ha exclamado.
Un agujero en el suelo puede ser una cosa común, puede parecer una cosa común pero, como el cazador bien sabe, esta es su isla, y un agujero no es, por supuesto, algo común.
El agujero está en un lateral del camino, es un hueco oscuro y bastante profundo pero no hay ni una sola hoja alrededor, como si hubiera sido limpiado minuciosamente.
El cazador se agacha despacio, apoyándose sobre la lanza, y alarga una mano para tocar los bordes del agujero.
—Un agujero... —susurra. —No lo entiendo, no lo entiendo.
Por eso el cazador espera mientras se va la mañana y pasa la tarde. Espera hasta que cae la noche. Sigue mirando el agujero hasta que la isla comienza a zumbar, a vibrar y las moscas bajan al suelo. Entonces la cabeza de un gato sale del agujero, en un movimiento rápido, y como si llevara haciendo eso desde que el mundo empezó, atrapa una mosca entre los dientes y mastica. Sin mirar al cazador sale del agujero y se aleja por el camino.
—Un agujero —repite el cazar, viendo como el gato se aleja. —Qué extraño.

1 comentario:

Carlos Frontera dijo...

¡Qué bueno que volviste, Arilena! (lo sé, parece una frase sacada de un culebrón venezolano, pero igual la dejo :)

Me declaro fan acérrimo de este cazador de moscas.

(No viene al cuento, pero cada vez que leo la palabra "agujero", me viene a la cabeza de inmediato el fabuloso cuento "Teoría del hueco", de Eloy Tizón, incluido en sus "Parpadeos").

Saludos de nuevo año.